domingo, 28 de agosto de 2011

La esquina del movimiento


A Euclides,


Mi abuelo me cuenta con gran emoción sus años de juventud, los días en los que la familia creció y hasta cuando la abuela murió. En el trabajo sintonizaba emisora Atlántico y en los días de quincenas entraba a billares y burdeles del centro. Cada semana escucho sus anécdotas, casi siempre me adelanto a los hechos, creo que ya me las sé, pero tampoco lo interrumpo.



Sonora Matancera (Imagen web)


Mientras habla, coloco música, boleros. La Sonora Matancera es mi favorita, por allí pasaron Daniel Santos, Celia Cruz, Bienvenido Granda, Alberto Beltran, Carlos Argentino y entre otros el barranquillero, rebolero, Nelson el pollo Pinedo. Me pide discos de Roberto Ledesma, Leo Marini, Orlando Contreras, Los panchos, Felipe Pirelo, Miltino, Roberto la Serie y Pedro Vargas. Ponerle los discos que solicita es una ventaja pues se puede mandar otra “canillona” de ron blanco…






Cantinflas (Imagen web)



Esos años me los imagino, los cinemas llenos viendo películas de Cantinflas, Pedro Infante, Capulina o Tin tin. La gente pobre y rica, pero como en la casa somos pobres me imagino a la gente pobre, más pobre aún. Las cabezas de cerdo se asaban –los que más cómodos estaban- y se prestaban en todas las casas, tenían derecho a sumergirla en la sopa tres minutos para que cogiera sabor, la sacaban y la pasaban para la otra casa. La cabeza duraba una semana entera entre idas y venidas, eso si alguien no la robaba. Imagino a mi abuelo comprado una caja de cigarrillos, uno para cada día porque no había para más. Y la gente caminando largos trayectos en busca del liquido preciado, algunos incluso quedaron enanos por ello. Nadie era vegetariano, la iglesia quedaba muy lejos así que no asistían a excepción de la semana santa porque las supersticiones superaban las ganas de quedarse a mirar lejos porque no había nada que hacer, ni siquiera estudiar. Solo los mayores que iban a la ciudad o al centro a buscar la papita. ¡Qué tiempos aquellos!
Eran otros tiempos me dice mi abuelo, “la gente en las fiestas bailaba boleros y porros, si vas a escribir algo acerca de esa música fíjate que la lean los viejos, y no te preocupes porque yo la lea, no tengo gafas”, “En Barranquilla, en el centro, todas las esquinas eran las del movimiento jajaja”.

Mi abuelo desconoce que he hallado una de aquellas esquinas del movimiento, en frente hay un palito de trupillo allí me siento después de leer en la biblioteca, me compro una cerveza o un tinto. En la esquina, hay muchos pensionados jugando domino o leyendo la prensa, no le creen a nadie. Escuchan boleros, salsa, vallenatos. Todos aquellos a los que con fama y éxito murieron antes que ellos, eso me recuerda que le voy ganando la batalla a doña muerte y que puedo ir con el dueño de este blog a tomar una canillona de ron blanco y como ya el tiempo ha pasado, SIN AZÚCAR.








Por Héctor de la Cruz.