martes, 17 de agosto de 2010

Revolución



Revolución

Algunos se creen revolucionarios, batallan contra historias del pasado, proclaman su independencia del yugo esclavizador de naciones muertas, se emancipan de la opresión de no ser libres, y cuando son libres, se entregan a las cadenas del vicio y se convierten en presas de una vida absurda, ellos no han comprendido que la más grande revolución es la del amor, y si no es el amor ¿entonces que nos mueve a entregar la vida por nobles ideales?
Pronto en caminos inundados por huesos, por el tinte rojo de la vida o la muerte, se escucha el grito de quienes aman y sacrifican, bullicios como jaurías de corazones latiendo, de fugaces y contundentes convicciones, de ideales inalienables, y al llegar a casa se tropiezan con un grito más fuerte, ensordecedor…el silencio de quien ama, de quien ama revolucionariamente, de quien proclamó su independencia del capital que todo pervierte, del feminismo que discrimina, del machismo y sus debilidades ocultas, de la geopolítica y su afán por pedirle visa y pasaporte al aire, del credo que condena a otro credo, del color que suprime a otro color.
Así, mi Che, es mi madre, socialista como ninguna, abre el mantel sobre la geografía del comedor, socializa el pan, divide el café y proclama como su dios el amor, creo haberla visto entregar su vida batallando en mis sueños de almohada, y dirigente como Bolívar en una campaña libertadora del olvido.
Ves amigo, toma tu bandera, vete a luchar a los campos y las calles, pero no seas tonto…eso que tú crees un acto de estricto orden ideológico e intelectual, no es más que un acto de amor.
La única revolución posible es el amor….


Por: Carlos Gómez Salas.

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