Obra de Hernan Vignan.
Pásame chiquita la canción conmovedora
del río Magdalena.
¿Qué cuál? ¿La luna y el río con
sus amoríos? Esa no, no Eneida, la de la muerte en el río, no te hagas la
pendeja que tu sabes cómo son las cosas, ya hace años que por ese rio solo navegan
los cadáveres que bajan desde Quimbo, el viejo Aurencio me contó que desde el
desvio de las aguas, a ese tramo del rio le llaman la caldera del diablo; ve
que yo no le creía y de repente el otro día de aventurero yo por aquellos lares
estaba a las orillas del río y muy cerca de mi pillé claramente como el bulto
de un hombre navegaba por las aguas, seguro tenia ácida la carne porque se veía
mordisqueado por las babillas pero no le habían arrancado ni una oreja.
¿Qué qué hice? Pues correr, que
sabe uno quienes hacen eso, bueno todo el mundo lo sabe, y eso es peor porque
le pueden a uno también llenar la boca de mosca o enviar un robocó para que te
levante a gas, por eso corrí.
Tienes razón Eneida ya desde entonces nada compongo ni nada
canto, no es lo mismo Eneida, una cosa es pescar a la media noche sobre las
canoas y otra es tener que sembrar coca que es lo único que crece por esta
tierra, bueno y eso, cuando a esos hijueputas no se les da por abrir la represa
e inundar la parcela, el río se crece y terminan inundándonos la casa.
¡Qué si mujer! Un día de estos
pavimento el piso pa´ evitar el barrial, pero pásame la canción que tengo ganas
de cantarla, recuerdo el día que la escribí, escribir fue lo mejor que me dejo
la primaría, y esa noche navegando por el río quería era pescar una buena mojarra, más na´ pensaba, cuando
eso todavía se podía pescar, Aurencio ya
me había dicho que no nos dejarían más echar la atarraya al río, porque eso era
de los dueños de la represa, pero no nos íbamos a dejar morir de hambre, imagínate
Eneida, íbamos a tener luz eléctrica bien fuerte pa´ ver los platos vacios, ¡que
belleza! Pues había que comer mija, por eso Aurencio le pasaba una mano de pescao al celador pa
que dejara el visaje, pa´ que se quedará calladito y feliz, porque sí que es
una maldad tanto pescao muriéndose solo y los pelaos pasando hambre, por eso
nos metíamos en el río mija, por eso.
Sí, esa es tráela Pa´ca´. vistes
como lloraba en el velorio la gente cuando la canté, es que yo casi ni la puedo
cantar, no sabía cómo llamar la canción, así que le puse la “conmovedora
canción del río” mira que el otro día pille a el hijo de Hortensia Cruz cantándola,
¡ahs! Es que eso si me dio así cómo emoción, un pelaito de nueve años, y la
cantaba bien el culicagao, por lo menos el pelao se la cantara a sus nietos y la canción se hará
importante pal pueblo. Al final pa eso la compuse.
Bueno, esa noche que compuse la
canción yo salí pal río con Cheito, el pelaito ese que después apareció muerto
disque porque era guerrillero, vea usted, el era alocao pero que iba a saber uno que andaba en esas, total pillamos la canoa
y nos metimos al río con la atarraya lista pa´ pescar, a mi si se me hacía raro
mija que Aurencio no llegará a las diez como siempre, yo pensé que estaba
cuadrando con el vigilante la vaina de los pescaos así que le dije a Cheito que echaramos mano, que cuantimas después nos repartíamos
pescaos con Aurencio.
¡Había un silencio mija! Eso daba susto, pensé
que nos iría mal con la pesca y nada que pillábamos nada, pero quien anda con
Dios de sus males le guarda, le dije a Cheito que nos fueramos más pa la mitad
del río y nos quedamos quietos ahí, claro, ahora escuchábamos movimientos bajo
el agua, como sería el pescaderío imaginamos, que se escuchaba afuera como se movían,
y tiramos la atarraya mija, ahora sí que pillaríamos buen pesacao mijita, ya
esperaba yo la mojarra cuando siento que lo que parecíamos agarrar era un
tiburón, ¡Era grande mija! ¡Era grande! Cheito me ayudaba a jalar la atarraya ¡ahí
lo vimos hijueputa!… ahí lo vimos, un pescador era pescado por nosotros, ahí
estaba Aurencio botando sangré por la
boca como si un anzuelo le hubiese atravesado la garganta, “un pescador bajo la
red es una piraña” así dice la canción mija, y “había otros, había miles, como
mojarras con anzuelos en las agallas” ya no quiero cantarla mija, ya no más,
vamos a dormir mientras morimos.
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Interesante, "Vamos a dormir mientras dormimos" la ley del pobre en Colombia.
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